Catástrofes en la Ciencia Ficción de Blanca Mart
Presentación
I
Hablemos de Ciencia Ficción. En un intento por definirla, tendría que hacer referencia a dos investigadores: Scholes y Rabkin. Ellos consideran el año 1818 como el año I de la Ciencia Ficción. Es en esta fecha cuando, Mary Shelley, una joven de diecinueve años escribió una novela que conjugaba las ideas de ciencia, cambio y futuro. Tituló a esta obra “Frankenstein o el moderno Prometeo”.
Scholes y Rabkin dicen al respecto: Mary Shelley introdujo en su novela un futuro posible y con ello cambió para siempre las posibilidades de la literatura.
Debemos considerar que en tiempos anteriores, hemos encontrado continuas expresiones de este género, aunque aún no se definiera como tal. Ya en el siglo II, tenemos el viaje a la luna del gran escritor y estilista Luciano de Samosata. Y desde entonces, numerosos viajes a la luna, propuestas futuristas de sociedades utópicas, sin olvidar las referencias que encontramos en la mitología, en las epopeyas hindús y en la misma Iliada.
Pero insisten los investigadores Scholes y Rabkin, y afirman que Frankenstein fue la primera novela en la que se conjugaron los tres elementos citados, pues trata la obra de la propuesta de un experimento científico, la creación de un ser humano, llevado a cabo por un científico en un laboratorio. En este contexto, no hay invocaciones, ni religión, ni magia; ni siquiera los fantasmas, caballeros o castillos inquietantes de la literatura gótica. Es pura propuesta experimental: ciencia, proyectada a un futuro, y en el subtexto, la idea de cambio y, desde luego, el mito de la creación, el conocimiento, el mito de Prometeo.
Este brevísimo acercamiento nos permite situarnos en referencia a ese mundo que maneja la ciencia ficción. Ahora bien, también definimos la ciencia ficción por sus elementos: los seres y los temas que le son propios.
En cuanto a los seres, encontramos en el género de ciencia ficción: El golem (como antecedente), los robots, androides, cyborgs, doppelganger, clones, mutantes, y todos aquellos que la imaginación del escritor sea capaz de diseñar para una novela dentro del género.
Citaremos algunos de los temas: Viajes espaciales. Viajes en el tiempo. Utopías, Distopías Alteraciones del pasado, presente o futuro. Invasiones extraterrestres. Extrapolación técnica. Extrapolación social. Mundos imaginarios. Mundos paralelos. Paradoja. Teletransportación. Poderes extrasensoriales (no en el sentido mágico, sino científico). Catástrofes. Mutaciones.
Seguro que hay muchos más temas. Seguro que la imaginación de los escritores abrirá más y más universos conceptuales que empujados por la ciencia aumentarán la diversificación y riqueza de los temas y criaturas propuestos.
II
Tomemos hoy, el tema de las Catástrofes.
Si nos encontráramos en el terreno de los estudios prospectivos, seguramente al decir catástrofes nos referiríamos a cambio. Pero nosotros estamos situados en el terreno de la ficción. De la Ciencia Ficción. Y en este ámbito nos estamos refiriendo a un desastre, a un suceso infausto que altera el orden natural de las cosas.
Podríamos partir de la propuesta más poderosa: El fin del mundo desde la perspectiva de la Ciencia Ficción. Y considerar dos grandes grupos.
1) La Amenaza de muerte o el exterminio masivo de los seres humanos, a causa de invasiones del espacio exterior.
2) La amenaza de muerte y destrucción de los seres humanos debido a un mayor o menor grado de causalidad o culpabilidad del hombre en el desastre originado.
Tomemos el primer tema: La amenaza de muerte o el exterminio masivo, desde
tres diferentes puntos:
El primer punto sería:
- Invasión del espacio exterior con destrucción directa y masiva.
Este tema se desarrolla constantemente en la literatura y los filmes de ciencia ficción. Un ejemplo clásico lo constituye la novela de H.G Wells (1866-1946), titulada La guerra de los mundos (1898), y llevada a la pantalla en 1953, por el director Byron Haskin. El argumento se desarrolla en base a una invasión de seres del espacio que matan a los seres humanos como a hormigas indefensas, sin posibilidad de defenderse. La existencia de la humanidad es dolorosamente amenazada con el aniquilamiento; su orgullo como especie es humillado al situarse en una indefensión total. Sólo las bacterias terrestres acabarán con los invasores, consiguiendo así un desenlace que lleva, como casi todas las obras de ciencia ficción, a la reflexión oculta tras la aparente aventura. Hay que considerar detalles predictivos, ya que la novela se escribió en 1898 y presenta los haces del Rayo ardiente, el rayo que utilizan los invasores, como un posible rayo láser actual. Pero sobre todo son importantes las situaciones sociales que la novela presenta en el subtexto. Esa actitud humana y social ante el aniquilamiento. Hay una curiosa anécdota que ha rodeado la novela. El 30 de octubre de 1938, el conocido cineasta Orson Welles, en su programa de radio de la CBS, transmitía una adaptación en radioteatro de la novela que hemos citado: La guerra de los mundos.
La interpretación anunciando la llegada de los marcianos según la novela de H.G Wells, fue tan intensamente realista que miles de radioescuchas se lanzaron a la calle aterrorizados, creyéndose invadidos y recreando en vivo el pánico de la novela de ciencia ficción. La estación de radio se saturó de llamadas y tres veces tuvo que avisar la emisora de que se trataba de una obra de ficción.
Fue un fenómeno social digno de estudio. Un fenómeno que demostró que las propuestas del género de ciencia ficción no son banales, sino que juegan con una amplia y esencial gama de registros, desde elementos míticos, hasta la inquietud profunda del ser humano hacia el futuro y lo desconocido.
El segundo enfoque de esa amenaza de destrucción podría ser:
- La invasión paulatina de diferentes seres extraterrestres.
Tomemos en este caso, como ejemplo, la novela de John Wyndham, (1903-1969), El día de los trífidos, publicada en Londres en 1951. La propuesta no reviste aquí un ataque bélico directo y frontal contra la humanidad, sino una invasión a la que los hombres inconscientemente le han abierto las puertas.
Unas plantas extrañas, los trífidos, que no se sabe de dónde llegaron, son explotadas por los humanos, por el aceite que producen. Las plantas tienen unos poderos aguijones que pueden lanzar contra los seres humanos, ocasionándoles la muerte, y tienen también cierta capacidad de movimiento. Cuando los restos de la cola de un cometa pasan cerca de la tierra, provocando un bello espectáculo lumínico, quedan ciegas todas aquellas personas que han contemplado el fenómeno. En este punto se plantea la proximidad de los hombres y las plantas. Ellos, acostumbrados a la vista, se tornan indefensos. Las plantas empiezan a caminar. Y atacan.
La novela no es una obra bella o trabajada desde el punto de vista de estilo, pero en los años 50, tuvo un éxito extraordinario por su enfoque y las diferentes cuerdas que pulsaba. Ya tenemos de nuevo, a la especie humana en peligro, pero ahora, el hombre es la causa de su propio evento catastrófico, pues ha cultivado una planta desconocida sin prever sus consecuencias; ha contemplado un inusitado fenómeno en el cielo, sin previsión ninguna. Y cuando llega la catástrofe, inmediatamente cae en la violencia no sólo contra las plantas, sino creando grupos sociales basados en el dominio de los otros, pues los que han conservado la vista esclavizan a los que la han perdido. Hay un héroe en la novela; él, su amada y otras personas serán los que lucharán por la civilización contra la barbarie que renace.
La primera generación (que nazca) serán trabajadores, la segunda salvajes, dice el principal protagonista. Hay pues muchas propuestas en esta novela: los hombres contra las plantas. La ecología, la imprudencia humana, la agresión del hombre contra el hombre, la rápida pérdida de los valores, la lucha por la supervivencia, la esperanza.
En el tercer enfoque de esos ataques del exterior nos encontramos con
C) La posesión de los terrestres
La idea de la posesión del ser humano por alienígenas es también un tema recurrente. Es cultivado en novelas, cuentos y filmes de ciencia ficción, dentro de la línea del terror. Aquí se puede citar la película de 1956, del director Don Siegel, La invasión de los ladrones de cuerpos. El argumento se desarrolla en una pequeña ciudad de Estados Unidos, llamada Santa Mira. El protagonista, el Dr. Miles recibe sorprendentes confesiones de sus pacientes, estos le aseguran que sus familiares o conocidos, aunque permanecen idénticos exteriormente, no son ellos.
El doctor descubre unas vainas gigantescas en las que se gestan los dobles que sustituyen a los humanos. En una de las vainas está el doble del protagonista. El ambiente de terror envuelve el desarrollo de este film realizado en blanco y negro y que lentamente nos lleva a contemplar la desaparición de la humanidad, causada por esa posesión solapada de los invasores extraterrestres.
La finalidad del film no radica sólo en provocar entretenimiento o un sentimiento de terror, su objetivo como ocurre tantas veces en el género de ciencia ficción es la reflexión, se trata de señalar en el 56, en plena época de la llamada Guerra fría entre Estados Unidos y Rusia, al enemigo oculto que llega y se apodera de los humanos sustituyéndoles. Otra interpretación que se ha señalado es la de una crítica a la persecución desatada por McCarthy contra los sospechosos de comunismo. La película muestra en su desenlace, al protagonista mirando a la cámara y señalando ¡Tú serás el próximo! ¿El próximo, qué? ¿El próximo poseído por alienígenas o el próximo perseguido en tu comunidad?
Otro ejemplo que se ocupa del tema de la posesión por extraterrestres lo encontramos en la novela de Robert Heinlein (n.1907), Amos de títeres (1951), en la que unos seres gelatinosos, se pegan en la nuca de los seres humanos convirtiéndolos en títeres. Aunque la novela es entretenida y aparece como una emocionante aventura en que la especie humana trata de liberarse de una perversa invasión, lo cierto es que hay también un trasfondo de la política estadounidense durante la guerra fría. Hay que añadir que en ésta como en otras novelas de este autor, el manejo de las posturas éticas suelen dejar propuestas inquietantes y desde luego, incluso sus personajes protagonistas manejan un tipo de moral cuestionable, semejando sus expresiones, arengas en pro de esa violencia que parecían querer detener.
Hasta aquí hemos visto diferentes tipos de catástrofes para la humanidad provocadas por seres ajenos a la Tierra, y utilizados en la narración de ciencia ficción con enfoque terrorífico. Veamos el planteamiento de otros temas que insinúan en mayor o menor grado la posible causalidad o culpabilidad del hombre en el desastre originado:
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2/LasAmenazas de catástrofes, muerte o exterminio masivo causado por el hombre, que podríamos considerar en dos apartados
A) Las guerras atómicas y apocalípticas, que conllevan la destrucción de la raza humana.
B) Las catástrofes naturales provocadas por el ser humano.
Las mutaciones y los virus.
A) Refiriéndonos al primer apartado, Las guerras apocalípticas, recordemos de nuevo a H.G Wells, que preveía de forma prospectiva esas hazañas bélicas provocadas por el hombre. Su visión de la tecnología y la fabricación de los tanques, el láser, la división del átomo, las amenazadoras guerras, que por desgracia él pudo vivir al ser contemporáneo de las dos Guerras mundiales de 1914 y 1939. Y no sólo Wells sino muchos escritores del género plantean que el poder atómico y la mala gestión del ser humano pueden abocar a una tierra desolada, contaminada, sin agua, con pérdida de muchas de sus especies, con restos de tecnología, transformados de nuevo, ellos mismos, en seres rudimentarios que luchan por la supervivencia.
En los años 60, en esos años de protestas y concienciación social, encontramos el film del director Franklin J. Schaffner: El planeta de los simios (1968). La película está basada en la novela del mismo nombre escrita por Pierre Boulle (1912-1994).Y, siendo, como aparentemente ocurre en la ciencia ficción, un relato de las aventuras de unos astronautas, que aterrizan por accidente en un planeta desconocido, tiene sin embargo una serie de propuestas sociales y antropológicas que de nuevo inducen a la reflexión y al análisis.
Los astronautas caen en un planeta habitado por humanos sin el don del habla y por simios que hablan. La cantidad de detalles que denotan el etnocentrismo de cada uno de ellos, la violencia y el desprecio de los que detentan el poder (los simios), la manipulación política, el falseamiento de los hechos, y por fin el descubrimiento por el protagonista sobreviviente de que están en la Tierra, en otro tiempo, donde los hombres con sus guerras han provocado el gran cataclismo y su propia decadencia.
Uno de los detalles que mueven a la discusión en el film, es el juicio que los monos llevan a cabo contra el protagonista, ese hombre parlante, aparecido sorpresivamente en su planeta. Los simios intentan dilucidar si tiene capacidad de razonar, y el humano tiene que demostrar su inteligencia o dejar claro que habla repitiendo. Para ello le hacen preguntas sobre su libros sagrados; lógicamente el astronauta los desconoce y como, Galileo, debe enfrentarse a una situación insuperablee irracional.
Años después surgirían las propuestas post apocalípticas, en las que los humanos han destruido la civilización provocando una terrible debacle como consecuencia de las guerras atómicas o del mal uso de la ciencia y la tecnología, y la humanidad se ve abocada de nuevo a la barbarie; donde la tecnología y el avance científico han fracasado y el paisaje que se presenta suele estar en un estado de desolación, con apenas agua, y con una decadente tecnología de supervivencia. Un ejemplo de esta decadencia, lo encontramos en la serie de filmes de paisaje apocalíptico: Mad Max (1979), Mad Max, el guerrero de la carretera (1981), o Mad Max; Más allá de la cúpula del trueno. Surgen en estos filmes unos escenarios que acogen diferentes grupos sociales. Tribus, bandas diseñadas con toda una parafernalia urbana, punk, paramilitar. En definitiva: detrás de la aparente y brutal aventura surge la tesis del regreso al salvajismo, la pérdida de los valores sociales, la supervivencia del hombre en su propia cacería, en la destrucción de su propia obra. Otros filmes como el clásico de 1982, Blade Runner, dirigida por Ridley Scott, presentan una Tierra desolada donde ya no queda ninguna especie animal y sólo los enfermos viven en nuestro planeta.
Llegamos al otro apartado ligado a las situaciones catastróficas originadas por el hombre:
B) El mal manejo de la ciencia que puede provocar consecuencias incontrolables. Virus. Mutaciones.
Hablemos de los virus. El tema es tan amplio y tan de actualidad en ciencia ficción que se requeriría un extenso trabajo para este punto, pues son muchas las novelas que anticipan la experimentación inadecuada que lleva a su vez a provocar alteraciones y mutaciones y provoca consecuencias imprevisibles e incontrolables, con posible perjuicio para el ser humano.
Veamos la novela La amenaza de Andrómeda (1969) de Michael Crichton llevada al cine en 1971 por el director Robert Wise. En ella se plantea que un virus ha sido traído a nuestro planeta por un satélite artificial de fabricación terrestre. La muerte de un pueblo entero por coagulación de la sangre pone en alerta y movimiento al gobierno y a los científicos, en una lucha contra un virus capaz de aniquilar al ser humano y que se replica a una asombrosa velocidad.
Algo parecido ocurre en la película Mimic del director mexicano Guillermo del Toro (1997). El argumento nos sitúa frente a una terrible infección que causa la muerte al ser humano. Detenida la epidemia por una doctora en ingeniería genética, la solución se vuelve contra los creadores de esas mutaciones, insectos que se mimetizarán con los seres humanos, y que de nuevo, pondrán en peligro la especie.
Otro ejemplo nos lo ofreció el director de cine Terry William, donde en el año 2035, los seres humanos viven bajo tierra, ya que la vida ha sido arrasada de la superficie debido a un virus que mató a 5000 millones de seres humanos.
No sólo los virus, la basura, la contaminación, el calentamiento global, todo ello se encuentra en un relato tras otro ya sea en film, cuento o novela. Lo que en tiempos del pasado podía parecer una anticipación fantasiosa, no lo es tanto, sino que empieza a considerarse una advertencia ante la necesidad de conservar el planeta.
En la interesante novela de Greg Bear, Vitales, publicada en 2001, ya no se plantea la ignorancia o la imprudencia en el uso científico sino la manipulación consciente de los avances de la ciencia para el propio provecho sin considerar el daño provocado o precisamente con intencionalidad dañina para otros.
Dice así, uno de los protagonistas de la novela Vitales, refiriéndose a un tipo de bacterias: “…. Los cambios hechos no estaban destinados a cifrar señales basadas en el lenguaje sino a alterar la función de determinados genes en las bacterias comunes humanas con el fin de que se produjeran sustancias nuevas, o bien para causar enfermedad en fuerzas militares objetivo, o en poblaciones civiles, o para inducir psicosis colectivas en gran escala (pag.406 de Vitales de Greg Bear, Ediciones B, S.A., 2004).
Todo esto se plantea como ficción. Las guerras apocalípticas, las mutaciones y los virus desencadenados acabando con la humanidad, siguen perteneciendo al mundo fantástico de la ciencia ficción.
A pesar de ello, hay que tener en cuenta que generalmente el escritor, desde su mundo de ficción, se basa en conocimientos, en prospectivas, en intuiciones y predicciones más o menos geniales y visionarias, y todo ello nos lleva a considerar asuntos reales como que en el mundo presente, el llamado súper virus del sida hubo un momento que se replicaba un 36% más rápido que el virus del sida; esto nos recuerda la capacidad de replicarse que tiene el virus de la novela La amenaza de Andrómeda. Virus desconocidos capaces de amenazar seriamente a la humanidad.
En el presente, la contaminación ha provocado el agujero de ozono, el deshielo de los polos ha comenzado, el clima cambia y las especies se alteran, buscando forma de adaptarse para sobrevivir. Y por si fuera poco miles de toneladas, de objetos, de chatarra galáctica orbitan la Tierra; la llamada Space Debris. La basura galáctica nos rodea.
Escribí hace algún tiempo un breve cuento al que titulé: Llamando desde la base (2002). En esta narración incluida en la antología Archivo Hurus II, publicada por editorial Lectorum, presentaba un cataclismo mundial, donde sólo se salvaba México. Los elementos eran aquí los encargados de barrer el planeta. La tierra se abría y las aguas avanzaban desencadenadas creando una debacle.
Sólo se salvaba México y un satélite mexicano que orbitando la Tierra podía enviar energía. Luz para los hospitales. La lucha por la supervivencia empezaba ahí.
Las catástrofes descritas en el género de ciencia ficción se perfilan en la realidad.
Querría recordar, para acabar este breve artículo, otro tipo de catástrofe, que no tendría nada que ver con los dos puntos anteriores (guerras, o mal uso de la ciencia) y ocurre cuando un astro, meteoro o cuerpo celeste impacta contra la Tierra. Un ejemplo literario contundente lo encontramos en la obra de Edgard Alan Poe (1809-1849): La Conversación de Eiros y Charmion, en el que el fuego final, entre científico y mítico, baja del cielo en forma de cometa.
H.G Wells se desesperaba al ver la capacidad de destrucción de que ha hecho gala el ser humano. Desde su Guerra de los mundos, a su Esquema de la Historia Universal, era su obra un desesperado intento por considerar que la educación y la cultura podrían salvarnos. Una advertencia o como mínimo un motivo de reflexión para que el futuro y el destino de nuestro planeta no se nos escape.
Y, de nuevo Mary Shelley, con su obra El último hombre (1826), otra extraordinaria obra de la autora, en la que una peste asola la Tierra y los errores que se cometerán siglos después, se desarrollan y predicen a través de la pluma de la joven fundadora del género.
Por último recordemos las palabras del Dr. Víctor Frankenstein:
Es posible que allí donde yo fracasé, otro pueda alzarse con el triunfo.
Todo esto es la Ciencia Ficción: la ciencia, el cambio y ese futuro a construir.
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Fuente: Mordedor 2.